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miércoles, 21 de mayo de 2014

La lagrimita de Lola - Beatriz Salas Escarpa

Queridos amigos,
ayer participé en un taller de narrativa de cuentos y este surgió casi sin darme cuenta. Hoy he querido compartirlo con todos vosotros.
Os llevo en mi corazón, no lo olvidéis.
Abrazosss


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La lagrimita de Lola

Resumen: 
Lola, con su vestidito de lunares negros, vivía feliz, comía sano y leía en alto.
Nuno, el malo de este cuento, casi consigue echarla de su habitat.
Lola sorprendió a todos encontrando la solución.

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Este cuento nos habla de una pequeña mariquita, vestida con un traje de lunares negros, que vive en el bosque, en un nidito abandonado, en lo alto de un árbol.
Lo que más le gusta es comer verduras, legumbres y leer en lo alto. Se llama Lola.

A Lola le gusta también cultivar su comida, mucha variedad; es experta en conseguir diversidad y calidad en sus verduras y legumbres. Es también su trabajo diario, al que mima con cuidado y quiere mucho. Cuando ha recolectado lo vende a buen precio a sus vecinos y todos están sanos y saben comer bien.

Una tarde, inesperadamente, un denso humo, de fuerte olor, llegó envolviéndolo todo. Provenía de una enorme máquina, que llamaremos tanque porque era muy parecida a un tanque de guerra pero más grande aún, que conmocionó a todo el bosque y a sus habitantes.
Dentro de la gran máquina estaba Nuno, un gran animal redondo con cabeza de perro y cuerpo de gorrino. Su tanque era brillante y aunque pesaba mucho, se deslizaba de manera muy fácil, porque tenía un potente motor insonoro.
Para gran susto de Lola, en menos de unos minutos, todo su espacio quedó arrasado, plano, liso. Menos mal que Lola fue ágil y pudo salvarse, porque voló de hoja en hoja hasta un árbol centenario que había muy cerca, y allí él supo esconderla entre su corteza.
De un plumazo ni casa ni cultivos ni flores ni libros! Nada.
La nada más absoluta. La nada tras el humo.
Mientras, Nuno reía y aplaudía porque había barrido de una sola pasada todo el terreno que necesitaba y que tenía previsto para su nueva plantación de algodón.
Lola estaba tan asustada, tan triste y tan asombrada que comenzó a llorar. Una tímida, solitaria y pequeña lagrimita apareció deslizándose por su carita.
Era una lágrima brillante, llena de vida, que al caer y rozar el suelo “se abrió”, como un cascarón, y en su centro Lola pudo sentarse, acomodarse y salir surcando el cielo para volar buscando ayuda. Su prioridad era recuperar la zona, que era su hogar para ella y para sus vecinos
Aún no sabía dónde dirigirse, mas tenía una idea clara: algo iba a hacer y tenía por seguro que lo iba a conseguir.
Su lagrimita era tan mágica y tan llena de luz que servía de foco a los que la veían pasar. En su huida fue acercándose a un estanque para terminar posándose sobre un nenúfar.
Al mirar a su alrededor se topó con un sapo grande y feo, de enormes ojos saltones. Lola, en su búsqueda, no le tuvo ningún miedo y le saludó. Se llamaba Bruno, le dijo él, y cuando supo de sus problemas, le sugirió acompañarla para ofrecerle su ayuda. Lola la mariquita, no lo dudo y le dejó sitio en su lágrima para volar juntos buscando la solución.
Bruno estaba agradecido por su confianza y decidió ofrecerle su cinturón mágico, no sin antes explicarle que para contar con las propiedades del cinturón tendría que pasar por una prueba.
Y es que el cinturón era tan mágico que podía levantar cualquier peso cuando estuviera activado.
Bruno sabía que no muy lejos había un hospital de niños con enfermedades graves que nunca sonreían y en eso iba a consistir la prueba: conseguir la sonrisa de felicidad de 10 de los niños allí ingresados.
Llegaron sin dificultad al hospital infantil y Lola se acercó a las ventanas que se iluminaron con el resplandor de su lágrima, y se dispuso a bailar, a contar cuentos, a leer y hacer felices a los niños para que sonrieran.
Inesperadamente apareció Don Pepe, el guardián de las sonrisas infantiles, y cerró de golpe todas las persianas del edificio.
Lola no podía entender tanta maldad.
Cerquita estaba una pequeña hormiga que se acercó presurosa a ayudar a Lola. Le contó que había una llave maestra que abría en un zas todas las persianas del edificio, escondida en un rincón del fondo de la piscina del hospital.
Tan solo había un problema: tendría que cruzar la piscina y bucear hasta el fondo, para llegar al desagüe donde se escondía la llave maestra.
Pero ¿Cómo podría Lola llegar hasta allí, sin morir ahogada?
Empezó a mirar el cinturón que se convertiría en mágico si conseguía superar la prueba y observó que tenía un pequeño bolsillito en un lateral. Decidieron meterse en su interior, convirtiéndolo en un pequeño submarino ¡Qué gran idea! Tardaron un buen rato en llegar a la rejilla del desagüe, porque eran muy pequeños y la piscina muy grande pero resultó más fácil de lo que pensaron y pudieron conseguir su objetivo y llegar al desagüe. De un plumazo el cinturón se cargó de poder. Recordad que la propiedad del cinturón, una vez activado, era que podía levantar mucho peso, y la llave pesaba mucho.
Una vez la llave en mano, la pasaron por el cinturón y volvieron a la superficie. Cuando la hicieron girar en su cerradura...
Las persianas se abrieron todas a la vez y los niños se sintieron tan felices de volverla a ver que todos sonrieron felices por volver a ver a la mariquita superando su prueba.
Lola se despidió de todos ellos y voló feliz de regreso a su habitad, donde consiguió levantar la gran mole maligna culpable de los destrozos. Lo hizo con tanto ímpetu y fuerza que la gran máquina, con Nuno dentro, salió por los aires fuera de nuestra atmósfera.
A Lola le supuso mucho esfuerzo recuperar sus cultivos pero nada podía detenerla porque su voluntad y sobre todo su corazón nunca dudaron de su triunfo.
Lola limpió la tierra, la aireó y sacó su bolsita de semillas para volver a plantar sus verduras y legumbres, que florecieron de maravilla.
Al cabo de un año, casi todo había vuelto a la normalidad.

En noches de luna llena, si te fijas bien, podrás ver en un ladito de la cara de la luna un enorme tanque brillante que aburrido y lleno de semillas muertas, mira a la tierra arrepentido de haber sembrado la destrucción por su avaricia y falta de escrúpulos.


Beatriz Salas Escarpa


Cuando los egoístas no entiendes más que de su propio provecho, la realidad puede superar a la ficción y las personas buenas siempre encontrarán motivos y fuerza para superar la destrucción de la mala intención.

3 comentarios:

  1. ¡PRECIOSO!!!
    Te felicito Beatriz!! Eres una maravilla escribiendo cuentos!!!!
    Besosssssss

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  2. Hola Beatriz, comienzo hoy nuevamente con mi blog lo dejé por un año y volveré en esta semana, comienzo con la primera persona que se asomó y me dijo si y me saludó en mi blog, esa persona fuiste vos, muy bueno tu blog y es un gusto leerte y seguirte, un beso enorme nos estamos viendo, Carmen

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  3. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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Beatriz Salas Escarpa